Niñas, memoria heredada y creencias torcidas

Hace unos días la directora de una escuela me invitó para que conversara con las niñas de cierto grado acerca del sexo. Resulta que habían sucedido  una serie de eventos que tenían a los adultos preocupados porque dejaron en evidencia que algunas ya eran sexualmente activas.

Cuando las niñas entraron al salón me encontraron sentada en el escritorio con un peluche en la mano. Algunas sonrieron y otras me miraron con sospecha. Apenas se sentaron les dije: “Levanten la mano todas las que conocen a una chica que tuvo sexo con el novio para no perderlo, pero igual él la dejó”.  Todas levantaron la mano. Luego dije: “Levanten la mano todas las que conocen a una chica o una mujer que se embarazó para no perder al novio, pero igual él la dejó”.  Nuevamente mis ojos recorrieron el círculo y todas habían levantado la mano.

Les expliqué que quien tenía al peluche tenía la palabra pero mantuve silencio unos segundos para causar un efecto dramático, luego pregunté: “Y entonces si sabes que el sexo no amarra ni enamora a un hombre, ¿por qué sigues regalando tu cosita? ¿O será que crees que tu vagina es mágica y tiene azúcar y escarcha y que no te va a pasar lo mismo que a las demás?”

Empezaron a reír. Se relajaron y les lancé mi siguiente pregunta. “Si no es el sexo, ¿qué es lo que realmente logra que un hombre se enamore?”

Miré esos ojitos y sabía que me prestarían atención porque al final de cuentas, no importa cuán modernas nos creamos, seguimos teniendo esa necesidad fundamental de ser amadas.

En la actualidad muchas niñas están iniciando su vida sexual a los 12 años. No son señales de los últimos días ni culpa de las redes sociales. Hay que revisar la historia de la humanidad para entender que durante muchos siglos una niña era considerada mujer a los 12 y a esa edad era entregada en matrimonio. (Eso sigue siendo una realidad en muchísimas culturas).

Tenemos que recordar que en los tiempos bíblicos, por ejemplo, después de esa edad no había más nada que hacer. Es decir, en esos tiempos la educación no duraba casi 20 años y una niña no tenía la posibilidad de educarse, hacerse profesional o crecer en una empresa antes de casarse. Las oportunidades eran tan limitadas como la expectativa de vida. Aunque los tiempos han cambiado seguimos llevando esa información en nuestras células.

Por otro lado, durante siglos se creyó que lo único que movía al hombre era el sexo. Es más, hay muchísimas mujeres que se siguen creyendo ese cuento. Las agencias de publicidad lo saben y por eso utilizan traseros y senos para vender prácticamente todo. Pero un hombre de alta calidad no se enamora por sexo y tampoco es lo único que necesita en su vida. Son creencias igual de ridículas que el concepto de pelo bueno y pelo malo que retenemos en pleno siglo 21.

Las niñas me dieron todo tipo de respuestas: el cuerpo, el cabello, ellos no se enamoran… Después de dejarlas hablar les dije: “No puede ser ni por cabello ni por cuerpo porque todas hemos visto mujeres hipopótamo o esqueléticas con hombres guapos muy enamorados. Y también hemos visto mujeres casi sin cabello con hombres que las aman.”

Asintieron con la cabeza. Finalmente una pidió que le lanzaran el peluche y preguntó: ¿Entonces qué es? ¡Díganos, por favor! Y el resultado fue una discusión hermosa que duró una hora.

No basta con decirles a nuestras niñas que no tengan sexo antes de cierta edad o antes de cierto acontecimiento. Tampoco las conmueve la posibilidad de quedar embarazadas ni lo de las enfermedades de transmisión sexual. Ellas tienen una necesidad profunda de ser amadas y hay que mostrarles el camino correcto para encontrar amor. Pero antes que eso suceda los adultos tenemos que dejar atrás todas esas creencias y costumbres dañinas e infructuosas que pasamos de generación en generación.

De paso, resumí las cosas que un hombre de alta calidad necesita sentir para enamorarse:

  1. sentirse apreciado
  2. sentirse respetado
  3. sentir que se confía en él
  4. sentir que esa mujer agrega valor a su vida

Suena sencillo pero te sorprenderías de la cantidad de mujeres adultas que nunca han ofrecido nada de esto porque siguen creyendo que el gemido lo resuelve todo.

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