¿A quién habrá salido?

Ya les he contado varias veces que mi primera carrera fue educación. Lo que quizás no he mencionado es que creo que es la carrera en donde a uno le toca enfrentar una cantidad inimaginable de agresividad e ingratitud. Con honestidad te puedo decir que aquellos que deciden seguir enseñando en el siglo 21 son verdaderos héroes.

Llevo años diciendo que voy a escribir un libro contando algunas de las situaciones que viví con madres y padres enojados.  Ya lo sé, hay muchos docentes que se pasan y son abusivos; tienes razón. Pero da la casualidad que las veces que llegaron mamás y papás con sangre en los ojos a buscarme nunca fue por abuso físico ni emocional de mi parte. Siempre fue porque no les gustó la calificación que le puse a su hijo… porque aunque el chico no siguió indicaciones ni hizo lo que debía, era mi deber obviar eso y darle la nota máxima.

Por otro lado muchos padres y madres no entienden bien esto de la genética. Creen que aunque ellos de estudiantes fueron mediocres, igual pudieron traer al mundo a un superdotado. Lo triste es que casi siempre solamente ellos ven esas supuestas altas capacidades intelectuales. Luego están los que creen que como ellos fueron buenos estudiantes en tiempos menos complicados con menos distracciones, sus hijos están obligados a serlo también.

Aprendí en mi primer año de maestra que la nota es más para la mamá que para el hijo, porque muchas de ellas lo agarran de manera muy personal. Por más que uno trate de explicarles que el trabajo no fue hecho correctamente, hay un grupito que decide ofenderse, enojarse e insultar al docente.

Con el paso del tiempo descubrí que es un asunto de autoestima– otra manera en que la persona busca agregarse valor desde la perspectiva externa. Es esa necesidad de impresionar en las fiestas y reuniones familiares diciendo “trae puros cinco de arriba a abajo”, esperando con eso que los demás le suban a un pedestal y le entreguen una corona y una banda de Madre o Padre del Año.

Entonces ya no interesa el aprendizaje, el análisis, seguir indicaciones, ni la adquisición de un idioma y menos la apropiación de valores. Solamente importa que el chico obtenga ese numerito mágico que “comprueba” que la madre vale oro.  Si supieran el daño que les hacen a sus hijos cuando ponen una carga tan fútil sobre ellos.

Es egoísmo. Es manipulación. Es abuso emocional.

Por supuesto que te debe interesar el rendimiento académico de tus hijos, pero al final de cuentas te debe interesar más la salud mental de ellos. Cuando tú te expresas negativamente de sus maestros, luego te apareces al colegio con gritos e insultos jurando que tienes la razón, les haces mucho daño a tus hijos. Haces que la escuela deje de ser un lugar seguro y la conviertes en un campo de batalla en donde enfrentas tus enemigos imaginarios.

Por supuesto que tienes que reclamar si el docente se ha equivocado, pero ese reclamo no puede consistir en acusaciones, insultos y ofensas. Llega a la reunión a aclarar una duda y no para imponer tu punto de vista porque al final de cuentas al docente también le interesa que tu hijo esté bien.

Si los adultos insisten en creer que la autoestima baja solamente afecta a los niños entonces seguiremos confrontando este tipo de situaciones. Nunca se darán cuenta de quién realmente tiene el problema, nunca valorarán el proceso de aprendizaje, nunca respetarán la individualidad de sus hijos y sus hijos crecerán para cometer los mismos errores.

 

 

Comentarios
¿A quién habrá salido?

One thought on “¿A quién habrá salido?

  1. Es triste observar la forma en que muchos padres se comportan y después no entienden porque sus hijos son así. Tienen a sus propios hijos de rehenes de sus propias inseguridades. Lo lamentable es que no tiene que ser así, hay mucha ayuda disponible para resolver su situación, solamente hay que dar el primer paso

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