Discúlpeme, pero…

Te soy sincera: cuando le agregas una excusa a tus disculpas, anulas el impacto. Es que no te estás disculpando de verdad; estás justificando tu error y para eso no necesitas que yo te escuche.

 

Aparentemente tengo un nombre complicado. Creo que se debe a la letra “h” que, muy creativamente, mi madre agregó al final.  Pero ¿sabes qué? Sin importar cómo se deletrea el nombre de la persona no es mucho pedir que se escriba correctamente. Esa “h” me la han puesto en todas las posiciones posibles. Bueno, excepto al inicio porque ya sería el colmo.  El asunto es que cada vez que pido que se corrija, la persona me sale con una excusa. Generalmente es esta: “es que nunca lo había visto escrito así”.  Lo peor es que ese comentario brillante viene después de que me preguntan mi nombre y como de costumbre digo “Dinorah con ‘h’ al final”.

 

Sanaríamos nuestras relaciones si simplemente nos disculpáramos por nuestros errores sin agregar un “pero”. Disculpa por haberte gritando, pero…, disculpa por haberte atropellado, pero…, disculpa por haber sido infiel, pero…, disculpa por haberme burlado de tu ropa, pero…, disculpa por haber llegado tarde a recogerte, pero…

 

Disculpa si mi blog te ofende.

Comentarios
Discúlpeme, pero…