Podemos clasificar a los seres humanos de diferentes maneras y de hecho históricamente se han utilizado la mayoría de esas clasificaciones para promover mentiras y estereotipos. No estoy diciendo que siempre es malo tratar de organizar a las personas de acuerdo a ciertas características, sin embargo.
En toda empresa, iglesia, salón de clases o calle vamos a encontrar principalmente dos tipos de personas: los dependientes y los independientes. Esta clasificación no se basa en el factor económico ni la edad; se basa en la mentalidad.
Grupo 1: los dependientes. Estas personas disfrutan de las quejas. Piden ayuda y cuando la reciben se aseguran de ver todo lo malo.
Recuerdo al inicio de la pandemia que algunos salían en las noticias criticando fuertemente las bolsas de alimento que estaban recibiendo. A ninguno se le ocurrió que de no ser por ese regalo, quizás no tendrían nada para comer.
Recuerdo a otros que salían en redes llamando nombres de personas adineradas (deportistas, empresarios, celebridades) y exigiendo que dieran donaciones para mostrar solidaridad.
Las personas del Grupo 1 no contribuyen mucho a la sociedad. Creen que es deber del gobierno o las iglesias resolverles a vida. Pagan poco en impuestos, pero quieren todos los subsidios. Odian apasionadamente a los ricos y creen que los más pudientes tienen la obligación de compartir con ellos y si no lo hacen los tachan de avaros e inmorales. Se roban las ideas de los demás, exigen trato especial aun cuando no han cooperado y creen que se salen con la suya cuando hacen un trabajo mediocre. Son como parásitos: se alimentan de las ideas, creaciones, habilidades, trabajo, etc de otros, pero a veces también matan a su anfitrión. Se reconocen fácilmente porque les encanta ir a pasear a lugares donde hay mucha naturaleza y siempre dejan basura.
Grupo 2: los independientes. Estas personas creen que tienen la responsabilidad moral de vivir bien. Están siempre creando algo nuevo, innovando, cambiando la mentalidad, tomando riesgos para producir mejoras, pensando en qué nuevo servicio ofrecer o qué problemas solucionar, etc. No necesitan que nadie les resuelva sus vidas y sus aportes a la sociedad son impresionantes. No creen que ayudar a otros es una obligación, si no un acto voluntario. A estas personas las critican por no participar de la histeria colectiva ni de la obsesión con las opiniones negativas. Por lo general se les acusa injustamente de haber obtenido riquezas con actos ilegales o con maltrato a los del Grupo 1. Se les reconoce fácilmente porque siempre están tratando de aprender cosas nuevas para convertirse en mejores personas.
Ningún grupo es superior al otro. Cada persona puede decidir libremente a cuál grupo quiere pertenecer porque cada grupo tiene su recompensa aquí en la tierra.
