La puerta ancha

Siempre hemos escuchado que ‘la vida da muchas vueltas’, pero pocas veces prestamos atención a cuán reales son estas palabras. Estoy segura que si la gente entendiera que muchas de las cosas desagradables que suceden simplemente son consecuencias de nuestros malos actos y nuestras decisiones tontas, prestarían más atención a la manera en que viven sus vidas.

Los ejemplos más claros los vemos en el ámbito laboral. La gran mayoría cree que es normal detestar el trabajo, hablar pestes del jefe, desear que llegue el viernes (aunque apenas sea lunes), desprestigiar a la empresa y hacer el mínimo esfuerzo durante horas laborables. No se han percatado que esa actitud trae su premio.

Mira cómo se comportan algunos cuando deciden cambiar de trabajo. Gracias a Dios vivimos en un país en el que todavía hay opciones y si no te gusta una empresa, tienes todo el derecho de irte a otra. La parte lamentable es que muchos prefieren salir dejando atrás un mal sabor, sin darse cuenta que es muy probable que en algún momento les tocará regresar. Lo he visto muchas veces. Pero cuando deliberadamente escoges irte con mentiras y ofensas, ¿qué harás cuando se voltee la tortilla y necesites del apoyo de las mismas personas que en algún momento ofendiste?

Eso de irte alardeando que te ofrecieron más dinero, que te vas a un lugar mejor o que ‘se larguen todos ustedes para el /%$#!’ no es una actitud sabia porque la vida da muchas vueltas.

Eso de no tener las agallas para ser honesto y explicar que tus necesidades han cambiado, así que prefieres crear drama e indisponer a los que un día te ayudaron, no es una actitud sabia porque la vida da muchas vueltas.

Te doy un consejo: No importa la razón por la cual hayas decidido cambiarte de empresa, asegúrate de salir por la puerta ancha. Mejor muérdete la lengua para que no tengas que regresar con sonrisita de arrepentido, apelando a la amistad que mataste cuando fuiste malagradecido.


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