Me tocó llamarle la atención a un grupo de mujeres. Siempre que me toca hacer eso, lo pienso varias veces y escojo cuidadosamente mis palabras. Nunca se sabe cómo reaccionarán.
Es lamentable lo que la sociedad ha hecho con las mujeres. Hay cientos de programas de televisión en donde se proyecta a la mujer como envidiosa, manipuladora, hipócrita, egoísta, bruta… en fín, todo lo malo. Y hay miles de mujeres que ven eso y quedan convencidas de que así tienen que actuar. Llevo años diciendo que nuestras hijas están aprendiendo a ser mujeres imitando lo que ven en las novelas. Nunca resolveremos nuestros problemas sociales si seguimos utilizando los medios de comunicación masiva para alimentar la estupidez humana. Lamentablemente, las personas que más necesitan aprender a vivir son las que más tiempo pasan pegadas a la pantalla chica. Lo que reciben de allí es lo que las mantiene como esclavas de la mediocridad. Pero este tema es para otro blog.
Senté a las mujeres y con una dulce sonrisa y la voz suave y agradable que me caracteriza les expliqué que tenían que mejorar en cierto aspecto. Todas asintieron y prometieron mejorar, pero hoy las vi con cara y actitud de ofendidas.
¿Será que hubieran preferido que en lugar de decirles la verdad en sus caras lo hubiese divulgado como chisme? ¿Será que no ven que es por su propio bien que tuve que romper el silencio? ¿Será que en algún momento las mujeres dejarán de actuar como chiquillas malcriadas cuyo único propósito en la vida es destruir a otras mujeres?
No entiendo a las mujeres. Y eso que soy mujer.