No se dejan ayudar

He aprendido a través de los años que pocas de las personas que piden una oportunidad saben cómo aprovecharla. Es lamentable, pero lo he visto y sé que tú también. Es que para la mayoría es mucho más cómodo quejarse y echarle la culpa de su miseria a otros. Así que cuando uno les extiende la mano, no saben qué hacer y reaccionan obstaculizando su propio progreso.

 

Podría pasar toda la mañana contando historias reales que ilustran este punto. Es más, estoy segura de que te sacaría una que otra lagrimita y hasta me acusarías de mentirosa porque te resultaría imposible creer que el ser humano sea capaz de autodestruirse hasta tal punto.

 

Te contaría de las docenas de personas con necesidades económicas fuertes que han recibido trabajo y que luego son despedidas por hurto, irrespeto o alguna conducta inapropiada. Te contaría de aquellos que han recibido becas para estudiar en centros de prestigio y que luego las pierden por decisiones tontas como vender drogas, portar cuchillos o fumar en el plantel.  Te hablaría de todos los que dicen que necesitan atención psicológica especializada pero que no lo pueden costear. Estas mismas personas luego no se aparecen a las citas gratuitas con la excusa de “estar muy ocupados”. Te contaría tantas historias reales de personas que viven en condiciones subhumanas tanto físicamente como emocionalmente que ruegan que alguien les extienda la mano, que culpan al gobierno por su estado actual. Te hablaría de los miles de ciudadanos necesitados que se ganan la lotería para luego gastarse todo el dinero tomando con los compadres.

 

Son tantas las historias que te contaría porque es tan cómodo decir que no te ha ido bien por culpa de tu ex-pareja, tus hijos, tu vecina, tu jefe, la economía mundial, tu color, tu peso… .

 

Y al finalizar mis historias te diría que, salvo en pocas situaciones, el problema nunca es externo.

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