Puedes ser muchas cosas

Hace unos meses escuché a una actriz famosa decir en una entrevista, que de adolescente se dio cuenta que no contaba con ninguna de las cualidades físicas que harían que la sociedad la considerase bonita. En ese momento ella sintió un alivio grande porque al remover la carga de tener que ser bonita, podía invertir su tiempo y su energía en ser otras cosas más interesantes.

Aunque nos cueste aceptarlo, todos operamos en base a una programación que ya lleva varios siglos de existencia. Tanto hombres como mujeres somos víctimas de este lavado cerebral, pero la presencia de altos niveles de testosterona hace que los hombres sufran menos. (Aparentemente se ha encontrado una conexión entre la testosterona y la autoconfianza).

Esta programación subconsciente influye en cosas como la manera en que vemos la vida, las decisiones que tomamos y nuestro concepto de belleza. Se nos ha inculcado que lo más importante es verse bien físicamente y de hecho automáticamente creemos que una persona hermosa es buena.  Antes de la llegada del Internet, un porcentaje alto de la población global creía que tener la piel oscura indicaba maldad o deshonestidad.  Ahora con tantos programas y documentales sobre crímenes queda claramente establecido que hay criminales de cada etnia porque el ADN y el aspecto físico no determinan el nivel de maldad.

La atención desproporcionada que le hemos dado a la belleza física ha creado caos emocional porque muchas mujeres creen que no merecen amarse ni merecen ser amadas si no tienen un cabello lacio, cuerpo delgado, ojos claros y piel blanca para ofrecer. Recuerdo durante la pandemia que una de mis estudiantes más brillantes llegaba varios minutos tarde a cada clase por Zoom. Un día le chateé para preguntar a qué se debía eso. Su respuesta fue que no podía ingresar a la clase si no se veía bonita.  Se trataba de una chica que siempre aportaba ideas interesantes y opiniones atinadas. Pero ella no veía nada de eso; su único enfoque era verse bonita. Irónicamente eso era insignificante para la asignatura.

Hace unos meses una amiga me comentó que no le gustaba mi cabello porque no lo consideraba hermoso. No me sorprendieron sus palabras porque es muy común que las personas anden por ahí dando su opinión como si la vida fuera un certamen de belleza. Yo también lo he hecho y reconozco que es un hábito ridículo producto de la colonización mental.  Le aseguré que a ella no le tenía que gustar porque a mí me gusta y eso es suficiente.

Recientemente escuché a una señora en sus 70s decir “que Dios me perdone, pero Dinorah no es bonita y ese cuerpo.. ugh”.  Y en mi mente dije: pero es que ser bonita no es mi propósito de vida. ¡Imagina si lo fuese! Hoy estaría sufriendo por la llegada de la menopausia, las arrugas y la celulitis! Me hubiese dolido si hubiese dicho que no inspiro, que no aporto nada al mundo o que mi vida no tiene sentido. ¿Pero decir que no soy bonita? Pues…eso ni siquiera está en mi lista de metas personales.

Ser físicamente atractiv@ es bueno. Si naciste así, bien por ti. Si invertiste para verte así, bien por ti. Lo más importante es que aprendas a amarte.

Si no eres físicamente atractiva según los estándares impuestos por la cultura dominante,  sigues siendo merecedora de tu propio amor, aceptación y aprobación. Una actitud de autenticidad y libertad emocional abre puertas.

Hay muchas cosas que puedes ser en esta vida y BONITA es la menos importante.

 

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