Quisiera estar equivocada

A veces no me gusta tener la razón. A veces quisiera que las personas me demostraran que sus malas decisiones no traen resultados predecibles. Pero parece que al ser humano en general le encanta ser otro del montón. Es que requiere de mucha valentía atreverse a ser diferente Supongo que para muchos es demasiado complicado.

 

Le comenté a un papá que si no mejoraba su relación con su hija se convertiría en abuelo antes de tiempo. Le dije que las niñas que no cuentan con el amor y el apoyo de papá tienden a llenar ese espacio con novios. Le advertí que su hija llevaría una vida sexual muy promiscua si él no dejaba atrás el orgullo (entiéndase egoísmo) y empezaba a prestarle más atención a esa adolescente.  Pero él no pudo. Insistía que ese era el trabajo de la mamá.

 

La chica se portó mal en la escuela y él lo “resolvió” dándole puñetazos en la calle. La dejó tirada y sangrando. Los “expertos” le dijeron que así se hacen las cosas. Lo felicitaron y le dijeron que el que no quiere oir, debe sentir. Algunos contaron historias de lo que sus propios padres les habían hecho  y orgullosamente agregaban “y mira: no me he muerto. Eso es lo que estos pelaos hoy en día necesitan”.

 

Pero se les olvidó mencionar que aunque no murieron, hoy día varios son borrachos, algunos desempleados, otras con varios hijos de colores diferentes. No murieron físicamente por los golpes y la humillación pública, pero sus vidas demuestran que algo murió.

 

Igual que los “expertos” este padre se lamenta ahora que será abuelo. Abuelo joven. Dice que debió darle más duro para que aprendiera. Sólo escucho. Hablarle denuevo es como echarle perlas a los cerdos.

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