Sin Internet

Una vez a la semana llega una señora que me ayuda con la limpieza. Ayer mientras ella limpiaba abajo, yo estaba sentada en mi cama escuchando una video conferencia. De repente, me quedé sin conexión. Supuse que el gato había movido los cables así que me dirigí al cuartito donde están los aparatos.

Para mi sorpresa, encontré el cuarto inundado y los cables y aparatos bajo agua. Inmediatamente noté que la ventana estaba abierta. La señora se había puesto a echarle agua a las paredes de afuera sin fijarse. Cerré la ventana y procedí a brindarle los primeros auxilios al modem y los routers, pero lamentablemente ya era tarde y el aparato principal había muerto.

Cuando cerré la ventana, la señora entró al cuarto con cara de tragedia. Empezó a explicarme que ella no había abierto la ventana. No le contesté porque su excusa no venía al caso porque después de todo, ella no vive allí. Además no estaba lista para emitir una respuesta sana. Así que seguí secando.

Ella corrió a buscar una escoba y se puso a sacar el agua, luego me pasó más trapos para secar los aparatos. Por varios minutos permanecimos en silencio. Yo tratando de revivir mi conexión de Internet y ella mirándome sin saber qué seguía. Levanté la cabeza y noté que ella contemplaba con tristeza el cheque que le había dejado en la mesita del recibidor. Me imaginé todas las cosas que pasaban por su mente mientras esperaba mi explosión que para entonces parecía inevitable.

Terminé de secar y regresé a mi cuarto, pero por supuesto que seguía sin Internet. Como en mi casa nadie usa secadora de pelo, me resigné.

Varios minutos más tarde, cuando notó que aun no había explotado, la señora trató de entablar conversación conmigo. Fui cortés pero en verdad no tenía ganas de hablar. No por lo sucedido, porque las cosas materiales son reemplazables, más no así las emociones de las personas. Pero simplemente no tenía ganas de hablar.

Aprendí varias lecciones:
1. La mayoría de las personas no saben cómo reaccionar cuando han cometido un error. Creen que las excusas justifican todo. No es así
2. Eso de ‘no me pude controlar’ es una creencia ridícula para excusar la pereza emocional
3. Estoy tan adicta al Internet como la gente que no funciona sin café
4. Las personas siempre tienen que ser más importantes que los artículos materiales.

No le quité el cheque, aunque arreglar todo quizás tenga un costo para mí. Tampoco le dije que no regrese y no le insulté ni le hice sentir mal. ¿Por qué?Porque de ayer en adelante, estoy segura que ella ha estado contando esta historia en la que yo soy la protagonista principal. No me defraudé a mí misma.

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