Una cosa llevó a la otra

Como las leyes de cuarentena se hicieron más flexibles, decidí ir a mi oficina esta semana. A pocos metros de mi puerta operaba un lava autos. Ya no están ellos, pero un señor del area que tiene problemas mentales se ha apoderado del espacio. Utiliza la cerca de lienzo y ha dibujado cientos de manos a lápiz sobre la pared. Hay muchos cuentos y leyendas sobre lo que le sucedió a este ciudadano, pero lo cierto es que es inofensivo. Pasa su día sentado a la orilla de la calle hablando y riendo solo, escribiendo garabatos en un cuaderno o gritando obscenidades durante una conversación agitada que suele tener con personas invisibles.

La puerta de vidrio y ventanas de mi local están protegidos con cortinas enrollables metálicas. Las de las ventanas yo las puedo abrir con facilidad, pero me malacostumbré a que los señores del lava auto me levantaran la más pesada.  Pues hoy ando en tacones y no tenía ganas de agacharme a levantar ese portón pesado así que le pedí al ciudadano que me ayudara.

No te puedo explicar la emoción en su cara. Supongo que pocas personas le hablan como si fuera un humano normal. De una vez me dijo ‘sí, doctora’ y lo hizo con una gran sonrisa.

Entré a mi oficina y seguí observándolo por la ventana por un tiempito. Noté que sacó una botella de un basurero y procedió a orinar en la botella. Seguí mirando y vi que levantó de una vez la botella y bebió todo el orine. Casi me desmayo. Me tomó varios minutos controlar las ganas de vomitar.

En ese momento pensé en la señora del lava auto. A pesar de que somos completamente distintas, nos hemos hecho amigas. Así que le chateé para saber cómo estaba y a la vez comentarle lo que había visto al loquillo hacer. De una vez noté que ella estaba un poco apagada. No chateamos a menudo, de hecho la última vez había sido a mediados de abril. Me contó que no había dormido por algo que le había sucedido a un vecino y que ahora ella estaba a cargo de los dos hijos pequeños del vecino. Le pregunté si necesitaba ayuda y empezó a dar vueltas. Ella y yo ya hemos hablado de esto; necesito que las personas me hablen claro siempre porque no entiendo indirectas ni pistas. Me dijo que le daba pena molestar y le recordé que yo había sido quien le había chateado primero.

Si el ciudadano demente no hubiese estado cerca de mi puerta, yo misma la hubiese abierto. No lo observaría tomar su propio orine, no le chatearía a la señora del lava auto y yo me hubiese perdido de la bendición de ayudarle. Nada ocurre por casualidad. Hay que prestar atención para poder participar de los milagros.

 

Comentarios
Una cosa llevó a la otra

6 thoughts on “Una cosa llevó a la otra

  1. ?? También yo lo vi una vez y quedé en shok y le conté a mi esposo y el me dijo, si hace eso es porque está muy mal no lo vuelvas a mirar si ves que lo va hacer, en mi cabeza habían muchas preguntas sobre ese señor que por cierto una vez que le fui a limpiar la oficina me dijo maestra tenia rato que la veía esta gorda y se estaba riendo ??? pero la verdad después de eso pensaba que porque estaba en esa situación, si tiene hermanos, papás, primos. Bueno ojala mejore.

    1. Para serte honesta yo lo vi mejor que muchos de nosotros que andamos con mascarillas y lavándonos las manos a cada rato. A ese ni un resfriado le ha dado.

  2. muy triste ver y escuchar la situacion de las personas que por diversas razones viven en la calle y duele mas cuando en este pais se habla millones mal utilizados o desviados a cuentas personales y que ninguna autoridad construya lugares para sacar a estas personas de las calles

  3. Así es doctora, a veces no nos damos cuenta en poder ser instrumentos para hacer obras en ciertas situaciones. Bien dicho, hay que prestar atención y reconocer los milagros en nuestras vidas. Saludos!

  4. Muy cierto lo de prestar atención acerca de las oportunidades de participar en forjar milagros. Después que leí el blog entendí porque estoy en el punto de mi vida en la cual me encuentro, es precisamente para eso. Ayer me escribió una compañera de trabajo cuyo último día de trabajo era ayer por acogerse a una merecida jubilación. Lo que me impactó fue su mensaje sencillo de despedida para mí: “Gracias por ser tan honesta, sincera y amable conmigo. Gracias por hacer de la experiencia de trabajo algo divertido, agradable, placentero y feliz. Me enseñaste lo importante que es ser positivo y feliz en toda situación”.
    Es que en ningún momento sentí que estaba haciendo nada extraordinario simplemente me comportaba como siempre lo he hecho toda la vida tratando de ayudar en lo más que pueda y simplemente siendo feliz.
    Quizás para mi no fue un acto extraordinario, pero para mi compañera de trabajo it made all the difference in the world! Allí está la clave de hacer las cosas de forma espontánea y con el deseo de ayudar y compartir el bienestar y la alegría de vivir.

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