Lo aprendí hoy

Esta semana emprendí un viaje interesante en mi mente. Le comenté a un amigo lo que estaba descubriendo y me dijo que nunca se atrevería a hacer lo que estoy haciendo. Lo comprendo, pues a pocas personas les gusta eso de ir buceando en el pasado para encontrar respuestas. Pero me tocó hacerlo porque ya tenía varios años postergando el asunto.

Pues cada día he aprendido algo nuevo y valioso, pero creo que la lección de hoy supera las demás. No sé qué me tocará descubrir mañana, puede que sea un poquito más de inspiración o puede ser que recuerde alguna experiencia dolorosa que había enterrado al fondo del baúl. Lo cierto es que cuando uno decide vivir a propósito, (sí, adrede), las cosas cambian y uno se torna más valiente.

Aprendí que mientras más tiempo dediques a juzgar, más te llenarás de ira porque siempre habrá alguien que no cumpla con tus expectativas y tus especificaciones. La vida es demasiado deliciosa como para desperdiciar el tiempo enojada por aquellas cosas que no puedo ni debo cambiar.

Aprendí que a veces los que más juzgan son los que más disfunción esconden. Aquellos que critican y condenan a todos y a todo generalmente lo hacen consigo mismos también.

Aprendí que no es lo mismo emitir un juicio que tener discernimiento. La sabiduría y la madurez me pueden indicar que evite ciertas personalidades pero no por eso debo juzgarlas como malas personas.

Aprendí que puedes rechazar las decisiones o la conducta de una persona sin rechazar al individuo. Tengo amigos que han tomado decisiones tontas, pero sigo amándolos.

Aprendí que la aceptación no es sinónimo de aprobación. Que aunque no esté de acuerdo con lo que haya hecho alguien, puedo aceptar a la persona y continuar con mi vida.

Aprendí que si yo no estoy dispuesta a aceptarme a mí misma así como soy, pasaré el resto de mi vida buscando la aprobación de otros y tratando de complacer a todos.


Photo credit: blondinrikard via Foter.com / CC BY
Comentarios
Lo aprendí hoy