Mi escuelita

Ayer conversaba con una señora que estaba desesperadamente buscando cupo en algún colegio para sus hijos adolescentes. Me contaba que finalmente había encontrado una escuela en donde aceptaban a sus hijos pero que no le gustaba el lugar. Le pregunté qué era lo que no le gustaba pero no me pudo explicar.

Muchos padres y madres no tienen ni la menor idea de qué buscar en una escuela. Muchos se dejan llevar por infraestructura, costo o popularidad. Son pocos los que realmente se toman el tiempo para hacer una investigación a fondo antes de tomar una decisión. Supongo que eso se debe a que no saben qué es lo que sus hijos necesitan.

Debido a mi trabajo, cada año me toca hacer cientos de evaluaciones académicas. Actualmente evalúo a los estudiantes de primer ingreso para tres escuelas del área. Una de las primeras cosas que les pregunto a los padres es por qué escogieron esta escuela. Algunas de sus respuestas son preocupantes. He notado que aquellos que dan las respuestas menos coherentes generalmente son de aquellos que cada año cambian al hijo de escuela. Una vez entrevisté a un niño que estaba en tercer grado y ya iba por su sexta escuela. Eso no es normal ni es aceptable.

He decidido compartir algunas ideas, aunque sé que a estas alturas la mayoría ya ha matriculado. Lo hago ahora
porque la experiencia me ha enseñado que la gente pide consejos pero raras veces los siguen.

Con tal de que el lugar esté limpio y cumpla con los estándares básicos de seguridad, entonces será sabio ignorar las paredes de colores llamativos, los muebles modernos y los juguetes nuevos. En lugar de dejarte llevar por esos elementos, presta atención a la actitud de los encargados. ¿Están genuinamente interesados, motivados y deseosos de conocer a tu hijo? ¿Te da la impresión de que tu hijo será tratado como un individuo y no como otro más del montón? ¿El niño callado y tímido recibirá la misma cantidad de atención que el niño activo?

Siempre he dicho que con las palabras cualquiera puede engañar, pero el lenguaje corporal y la proyección emocional no mienten. No te impresiones tanto por las florecitas lindas y trata de sentir el ambiente del lugar. La tensión y el resentimiento entre colaboradores son fáciles de percibir. Observa el trato entre ellos. Después de todo, tu hijo estará pasando varias horas al día en compañía de estas personas. Escucha cómo se hablan entre ellos.

¿Hay exceso de familiaridad? Esto podría indicar reglas laxas y límites indefinidos.
¿Hay rigidez y frialdad? Esto podría ser indicativo de mentes cerradas, intolerancia y la eliminación de la individualidad de cada persona.
¿Notas miraditas de reojo, muecas, gestos inadecuados, susurros y risitas burlonas? Podrían ser síntomas de irrespeto hacia las figuras de autoridad.
¿Son respetuosos, cordiales y sonríen con facilidad? Quizás quiere decir que es un lugar en el que tu hijo se sentirá valorado, feliz y aceptado.

De ser posible, conversa con otros padres acerca de sus experiencias en esa escuela. Como en todo lo demás, observa, evalúa, analiza y saca tus propias conclusiones. Muchos padres me dicen “revisé el programa académico y me gustó”. En verdad un programa académico te dice muy poco sobre lo que realmente sucederá en el salón de clases. Así que no te dejes convencer por redacciones bonitas y el uso de terminología y tecnicismos.

Recuerda que lo que es mejor para el hijo del vecino o de la compañera de trabajo, no es necesariamente lo mejor para tu hijo o hija.

tncountryfan / Foter.com / CC BY-NC
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