Nunca debió suceder

Ayer estuve en Westland almorzando. Mientras conversaba noté que un encargado de seguridad del centro comercial salía del servicio de caballeros con dos niños pequeños. Los niños obviamente eran hermanitos pues estaban vestidos iguales. El seguridad hablaba por su radio y por lo que pude escuchar, alguien entró al lavabo y vio a estos dos niños solitos con carita de perdidos y avisó a las autoridades. Los niños tendrían quizás dos y cuatro añitos de edad. El seguridad llamó a la policía y casi de inmediato se aparecieron dos agentes uniformados. El seguridad les entregó a los niños, explicó lo sucedido y se retiró del food court.

En dos ocasiones noté que el niño más grande miraba en una dirección específica e intentaba soltarse de la mano que lo agarraba con firmeza. Le comenté a quien me acompañaba que de seguro ese niño sabía dónde estaba su mamá o quien sea que lo había dejado en el baño, pero por su corta edad no se supo explicar. Lo extraño era que nadie se acercaba a reclamar a los nenes y ya habían pasado varios minutos.

Uno de los policías conversaba con el niño más grande mientras que su compañero miraba cuidadosamente para todos lados. Yo me preguntaba cuánto tiempo permanecerían parados en ese lugar antes de llevarse a los niños, pues de seguro ninguno de los dos pequeños se sabía el celular de sus progenitores ni su dirección.

A las mil y quinientas llegó una madre ofuscada. Pero su molestia no era porque había perdido a sus nenes, si no porque los guardias los custodiaban. Al ratito llegó un señor que supongo que era el padre, pues los policías le pidieron la cédula y escribieron un reporte. Luego se presentaron más familiares enojados– quizás tías y abuelas– maldiciendo a los policías por ‘mal pensados’.

Empecé a reír. Nunca comprenderé al ser humano. ¿Qué derecho tenían estos adultos para enojarse con los guardias que simplemente hacían su trabajo? ¿A quién se le ocurre enviar solos a dos nenes a un baño público en un centro comercial? ¿Cómo pudieron dejar que pasara tanto tiempo antes de acercarse al baño para buscar a los niños?

Todos hemos escuchado historias terroríficas acerca del secuestro y abuso de menores en lugares públicos. Ayer dos angelitos fueron rescatados de lo que pudo haber sido una tragedia y los progenitores, en lugar de agradecer y aceptar que son adultos negligentes, se dieron el lujo de enojarse y maldecir a quienes protegieron a sus hijos.

El que no acepta sus errores pierde la oportunidad para mejorar.


pareeerica / Foter / CC BY-NC
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