Abuso disfrazado de tradición

Hace unos días les pedí a mis estudiantes que mencionaran algunas tradiciones y costumbres populares que ya no tienen sentido.  Algunas me impactaron.

Durante la última década he estado enseñando una clase llamada Advanced English. En esta clase, los estudiantes con un nivel alto de inglés se reúnen conmigo dos veces por semana para practicar inglés de manera práctica.  Usamos libros para iniciar las discusiones y tocamos diferentes temas de actualidad.  El propósito principal es que los estudiantes desarrollen fluidez y pensamiento crítico a la vez.

Un estudiante mencionó que una tradición que tiene que desaparecer es llevar a los varones a un prostíbulo cuando cumplen la mayoría de edad para que “aprendan a ser hombres”. Todos los demás varones estuvieron de acuerdo.  En ese momento sentí mucho dolor por todos los hombres, que en pleno siglo 21, creen que ser hombre es sinónimo de tener relaciones sexuales y que una prostituta es una catedrática.

No tengo nada en contra de las prostitutas. He atendido a varias a través de los años y nadie tiene derecho a juzgarlas por su estilo de vida porque todas tienen una historia envuelta en trauma y dolor.  He aprendido que cuando me tomo el tiempo para identificar por qué la persona sufre, puedo entender mejor su mecanismo de afrontamiento. También he aprendido que trauma no es un evento, es una herida.

¿Qué es un hombre? Por supuesto que el sexo es importante. De hecho, somos seres biopsicosociales. Esto significa que nuestra mente, nuestro cuerpo, nuestras relaciones y nuestro ambiente trabajan en conjunto. Es decir, no podemos tomar  cada parte por separado si realmente buscamos el bienestar del individuo. ¿Qué es un hombre?

Entrar obligado a un prostíbulo es, para muchos, un evento traumático.  No importa si lo que se va a suceder sea “divertido”. Hace pocos años me senté en mi carro a conversar con un chico cuyo padre pensó que esa actividad era importante. El chico lloraba al contarme el miedo profundo que sintió cuando esta mujer adulta lo trató como si fuera un objeto.  Me dijo que salió del lugar y le reportó a su padre que la había pasado bien para no decepcionarlo, pero en realidad se había sentido violado. No le había podido contar a nadie más por miedo a recibir burlas.

Nadie en su sano juicio pensaría en llevar a su hija a un prostíbulo para que un hombre extraño adulto trate su cuerpo como si fuera un parque de diversiones. Sin embargo creemos que nuestros varones no merecen el mismo nivel de respeto y protección.  Lo más triste es el orgullo que sienten los papás al ver a su hijo salir. Actúan como si hubiese sido el mejor regalo del mundo.

Vivimos en una sociedad tóxica. A pesar de todos los avances científicos, tecnológicos, médicos, psicológicos, etc no hemos podido disminuir el sufrimiento humano. Las cifras de suicidio, drogadicción, prostitución, crímenes y enfermedades mentales van en aumento a nivel mundial. ¿No será porque nosotros no hemos querido también avanzar en nuestra forma de pensar? ¿No será porque nos aferramos a tradiciones y creencias peligrosas que nos enferman?

Sana para que dejes de llamar “tradición” al abuso.

 

 

Comentarios
Abuso disfrazado de tradición