Háblate bonito

Una de las lecciones más importantes que todos necesitamos aprender en algún momento de la vida es que gran parte de lo que creemos que necesitamos de los demás para estar bien, tiene que venir de nosotros mismos primero.

Te lo explico de esta manera: converso con cientos de mujeres solteras que me dicen que– aunque nunca lo admitirían en público para no ser ridiculizadas– quisieran tener una relación de pareja con un hombre.  Como me encanta hacer preguntas difíciles, a menudo les pregunto por qué.  Te sorprendería la cantidad de ellas que no saben qué responder. Las que se atreven a contestar dicen que quieren compañía, alguien con quien conversar, apoyo, sentirse amadas, etc.  Nada de lo que mencionan es malo, pero es un poco peligroso porque las ha llevado a crear expectativas de lo que piensan que debe venir de afuera sin contemplar lo que hay que cultivar adentro.

El problema con las expectativas es que no mandamos en la cabeza ajena y si lo que buscamos es autenticidad, ¿cuán auténtica es una persona que se acopla a una lista de exigencias? Pero ¿quiere decir que tenemos que tolerar en silencio lo que traiga la pareja?

Tenemos la fórmula al revés. Supongo que por culpa de las novelas, películas y canciones románticas pensamos que es responsabilidad de la pareja llenar todos nuestros vacíos.  Queremos alguien que nos ame más de lo que nos amamos, que nos diga todo lo que necesitamos escuchar para sanar, que nos trate mejor de lo que  nos tratamos a nosotros mismos.  Sin embargo la relación que tienes contigo es la que establece la pauta para todas las demás.  Es decir la manera en que te hablas, tu forma de tratarte a ti misma, la manera en que cuidas de ti misma, el nivel de respeto, compasión, consideración que te das a ti misma es lo que les indicará a los demás qué esperas recibir.

Entonces, en lugar de sentarte a esperar que llegue alguien a traer una versión de relación aceptable para ti, tu trabajo es desarrollar una relación sana y estrecha contigo misma.  De esa manera identificarás de una vez a quien quiera llegar con migajas y no lo aceptarás. Acostúmbrate a hablarte a ti misma con tanta consideración, compasión y amor que jamás permitirías insultos y ofensas.  Cuida tanto de tu cuerpo y de tu salud para que nunca confundas abuso físico con muestras de cariño o bromas.

Cuando logras hacer esto, te das cuenta que la lista de expectativas no es necesaria. Sólo sentirás atracción por aquellos que aportan a la paz, felicidad, compasión, consideración y amor que ya te has dado a ti misma.

Háblate bonito y con respeto; háblate como lo haría una madre o un padre amoroso porque eso es lo que mereces. Si eres amable con otros, pero eres cruel contigo mismo entonces eres una persona cruel. Ya hay suficiente crueldad en el mundo.

 

 

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