¿Será verdad?

Hace unos días, entre las sugerencias de YouTube, apareció un video con un título que me pareció ofensivo. El título era: “6 señales de una mujer tonta”. Al principio pensé en ignorarlo por completo, pero noté que quien hacía la presentación era un psicólogo canadiense de renombre. Así que decidí soltar mis prejuicios y ver el video. Fue maravilloso. En lugar de ser ofensivo, como yo esperaba, el colega mencionó varios puntos importantes para cualquier persona dispuesta a mejorar su vida.

Uno de los puntos fue: “Cuando tu voz está arraigada en la verdad, no necesitas gritar para ser escuchada.”

Me encantó.

Como docente, admito que en muchas ocasiones levanté la voz. A veces por frustración, otras por enojo. Cuando enseñé química, me costaba entender por qué algunos estudiantes deliberadamente decidían no prestar atención, aun sabiendo que les iría mal en las pruebas. Mi reacción lograba que hicieran silencio, pero eso no significaba que estuvieran atentos a la clase.

Lo mismo sucede en las relaciones. Cuando no nos sentimos escuchadas o valoradas, podemos responder con gritos. El problema es que, con frecuencia, lo que se dice a gritos carece de coherencia, porque una se ha dejado llevar por el estrés del momento y la corteza prefrontal medial se ha desactivado.

Cuando tu voz está arraigada en la verdad, puedes mantener la calma. No necesitas gritar, y tampoco necesitas manipular para convencer. Tu autenticidad tiene poder y demuestra autoridad. Tus palabras inspiran confianza porque lo que dices nace de la integridad.

En una sociedad dominada por falsedades y filtros, que tu verdad sea un suspiro de aire fresco.

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