Drama innecesario

Hace ratitos vengo notando que vivimos en una sociedad obsesionada con el castigo. Lo comprendo: las personas necesitan sufrir las consecuencias naturales de sus malas decisiones. No tengo nada en contra de eso; de hecho se me ocurren castigos bien creativos.  Pero a veces es tanta la obsesión que ni siquiera contemplamos la posibilidad de orientar, guiar, rehabilitar. Y así vamos por ahí agregando más delincuentes a la colección nacional porque a muy pocos les interesa ayudarles a tomar mejores decisiones.

Primero déjame advertirte que frecuentemente tengo opiniones controversiales. No lo hago a propósito; lo que sucede es que muchas veces no cuestionamos nuestras creencias y simplemente seguimos la corriente. Yo llevo varios años haciendo el trabajo interno– buscando respuestas a las preguntas difíciles para poder re-acomodar mi perspectiva de la vida.

Te doy un ejemplo sencillo: manutención de los hijos

La costumbre es que con la separación la madre se queda con los hijos y el padre paga. En muchos casos a esa madre le toca exigir, corretear, amenazar, rogar, llamar para recordarle que su hijo come (o cumple) y finalmente ponerle una demanda de pensión alimenticia para que le saquen el dinero a la fuerza por descuento directo.  Todo ese rato la madre se va llenando de resentimiento porque no solamente el rechazo/irrespeto es hacia ella, si no también hacia sus hijos.

He conversado con muchas madres que han pasado por ese proceso y todas me cuentan lo agotador que es y lo horrible que se siente porque es como andar mendigando. Esto empeora si el hombre alega que no está trabajando, el salario no le alcanza o si simplemente desaparece. Casi siempre los hijos se enteran de todo el enredo y empiezan a cuestionar su propia valía. Esto aparece como bajo rendimiento escolar, problemas de conducta, dificultades para dormir, depresión, ansiedad, ira, tristeza, estancamiento y una repetición de los patrones de mamá y papá.

Ninguna mujer ni sus hijos deberían pasar por eso. No es correcto y no es justo, pero muchas están tan convencidas que no pueden solas que siguen permitiendo que estos hombres se crean indispensables.  Aquí es donde entra mi controversia. ¿No sería mejor capacitar a esas madres para que empiecen a generar más ingreso y así poderles ofrecer un mejor ejemplo de vida a sus hijos? Todo ese tiempo y energía que se gasta correteando y rogando, ¿ no sería mejor invertir en un empoderamiento que realmente vaya más allá de meras palabras?

Ah, sí. Dime que el hombre TIENE que pagar. Estoy de acuerdo, pero no importa cuánto gritemos no lo está haciendo. ¿Para qué golpear un caballo muerto?

Podríamos decir, como muchos lo han hecho: antes de embarazarte calcula a ver si tú puedes mantener sola a ese hijo.  Sin embargo, cuando ya está la criatura ese análisis no sirve. Entonces mejor sería mostrarle a cada mujer su verdadera capacidad– no desde la perspectiva moderna de “no necesito ningún hombre” que aparentemente solamente aplica para ciertas cosas, si no desde la realidad:

Mujer, tú tienes todo lo que necesitas para salir adelante, solamente te falta creerlo.

 

 

 

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