Mide tus palabras

A pesar de que tenemos las mejores intenciones, a menudo herimos con nuestras palabras. Es más, algunas veces hacemos comentarios que, en lugar de ayudar, estorban el proceso de sanidad y liberación de otras personas.

Cuando alguien pierde a un ser amado, es de muy mal gusto decirle “Dios así lo quizo”. Esto, aparte de ser falso, hace que la persona cuestione la sabiduría y el amor de Dios. Vivimos en un mundo en donde ocurren cosas feas y desagradables. No podemos echarle a Dios la culpa por lo malo que sucede en esta sociedad degradada.

Cuando una persona está deprimida, de nada sirve decirle que “ponga de su parte” y hacerle sentir culpa por su condición. La persona deprimida ya se siente decepcionada consigo misma y un comentario como ese atrasa el proceso de sanidad.

Si no sabes qué decir, simplemente sonríe y abraza a la persona. Hazla sentir que estás allí. Ese contacto físico sencillo tiene poder.

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