¡Obedece!

Ayer me fui para Westland a comprar zapatillas nuevas. Me estacioné en la planta baja en la parte de atrás. De regreso a mi carro, toda emocionada con mi compra, vi algo muy interesante que me hizo pensar en cuán injustos somos con nuestros hijos.

Resulta que íbamos cinco mujeres caminando en filita por la línea de seguridad cruzando hacia los estacionamientos. Me llamó la atención que sólo éramos mujeres y que la única que se fue caminando por el centro de la calle, sin intención de llegar a la acera, llevaba de la mano a una niña de unos 7 años. Como era de esperarse, la niña se soltó de la madre y se fue corriendo en dirección del tráfico. Está de más decir que casi fue atropellada por un taxi.

La madre gritaba “¡Regresa! ¡Regresa! ¡Obedece!” pero por supuesto que la chiquilla ni la determinó. Finalmente la pequeña entró al estacionamiento y se puso a correr entre los carros mientras la madre trataba de alcanzarla.

Primero, me pareció ilógico que ella le exigiera obediencia a su hija, si ella misma optó por caminar por el centro de la calle en lugar de usar el cruce de seguridad.
Segundo, si tu hijo o hija no tiene la costumbre de obedecerte en casa, ¿qué te hace creer que lo hará en público?

Los niños aprenden mucho más por lo que ven que hacemos los adultos que por lo que decimos.


Leo Reynolds / Foter / CC BY-NC-SA
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