No lo digas

Ayer, en dos ocasiones escuché a mujeres decir barbaridades que nunca deben salir de la boca de uno ni mucho menos formar parte de los pensamientos.

La primera mujer estaba sentada en mi consultorio contándome sobe una experiencia negativa reciente. Todo iba bien hasta que ésta empezó a decir con energía “Es que yo soy tonta! Soy muy tonta! Soy tonta!” No la quise interrumpir pero creo que mi cara me delató.

La segunda mujer estaba en la fila del banco. Según lo que pude captar, ella había llenado incorrectamente una de las volantes. A toda voz la mujer le comentó a otra quien iba con ella “Pero sí que soy bruta, bruta, bruta! Qué bruta!”

Te aseguro que si un extraño se les acerca y les dice esas palabras se ofenden y quizás hasta le pegan. Pero ninguna de las dos tuvo problema alguno para insultarse ellas mismas. Para mí no tiene sentido que las palabras de un extraño tengan más poder sobre mí que mis propias palabras.

Siempre he creído que la mayoría de las personas no tienen ni la mínima idea de lo que significa el amor propio. Piensan que ‘amarse’ significa gastar dinero en ropas y tratamientos caros. Pero unos de los pasos más importante en el proceso de aprender a amarse uno mismo empieza con la forma en que uno se describe públicamente y las cosas que uno se dice en secreto.

Nunca te digas a ti misma lo que no permitirías que otro te dijera. Trátate de la manera en que tratarías a una persona a quien amas profundamente. Esto se aplica a todos los aspectos de tu vida.


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