En los camerinos

Anoche fue la cantata navideña de CBC. Esta es la segunda vez que participo y aunque me incomodan las interminables prácticas finales, disfruto mucho del compañerismo.

El año pasado, como era mi primera vez,  pasé mucho tiempo en los camerinos ayudando a las otras cantantes a vestirse y maquillarse. Pero este año decidí honrar mi verdadera forma de ser y hacerme la invisible.  Aprendí muchas cosas acerca de las mujeres:

1. Nos encanta hablar de todo.  Sentada en mi esquinita escuché cuentos cobre los nietos y los hijos, historias privadas (que debieron permanecer así) acerca de diagnósticos médicos y medicamentos y la primera menstruación de Juanita, experiencias de compras, dónde hay mejores precios, menus para las fiestas…

2. Nos quejamos demasiado. El clima, el tráfico, hambre, sed, el vestuario, los zapatos, la llegada de Manuel Antonio Noriega…

3. No honramos nuestra propia belleza. ¡ay! este cabello tan espantoso, parezco mapache con estas ojeras, esta ropa me hace ver gorda, mis uñas están feas, no encuentro un lapiz labial que se vea bien en mis labios…

4. Todas somos madres. Arréglate la falda, te ayudo con el corsage, ven para acomodarte el pelo, si tienen hambre aquí traje bastantes galletas…

5. Sabemos dar piropos. Estás bella, qué preciosura, me encanta tu cabello, ‘tas lindísima, pareces artista…

Sentada en mi esquinita, llegué a la conclusión que nos necesitamos unas a otras. Ojalá dejáramos de pelearnos por tonterías y pasáramos más tiempo apoyándonos.

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