Las mentiras que creemos

Recientemente conocí a una joven mujer (a quien llamaré Estrella) que vive una vida sin sentido y sin rumbo. En realidad hay muchos alrededor que encajan en esta descripción. Pero lo que me llamó la atención acerca de Estrella es que no tenía ni el mínimo interés en mejorar su condición.  A su corta edad ya tiene dos hijos de dos hombres diferentes, vive con un hombre que no la ama ni la respeta, está desempleada y no tiene planes concretos para mejorar su vida.

A simple vista pareciera que Estrella es otra sinverguenza más que utiliza las consecuencias de sus malas decisiones como excusa para permanecer en la mediocridad. Pero al mirar un poquito debajo de la superficie descubrí que Estrella, al igual que millones de otras mujeres en América Latina, escuchó una mentira de boca de los que debieron amarla y protegerla y se la creyó.
Es posible que la sociedad y tus familiares y amigos te han mentido repetidas veces: te dijeron que si estás gordita estás fea y nadie te va a querer. Te dijeron que si tu piel está muy oscura no vas a prosperar en la vida. Te dijeron que si no sales bien en matemáticas vas a ser vendedora de paletas. Te dijeron que tu cabello rizado es espantoso y necesita “arreglarse”. Te dijeron que es normal mirar mal a mujeres que ni siquiera conoces, simplemente porque se ven mejor que tú. Te dijeron que es aceptable que le choques el carro a tu novio cuando lo encuentras estacionado frente a la casa de aquella. Te dijeron que el amor debe doler y que el que te ama te hace llorar. Te dijeron que el sexo entre adolescentes es inevitable y que lo peor que te puede pasar es embarazarte.  TE MINTIERON.

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