¿Tú qué sabes de eso?

Recientemente entreviste a un niño que cursaba el séptimo grado. Ya había estado en 5 escuelas diferentes.  Aparentemente la madre no se sentía satisfecha con la oferta académica de ninguna escuela y por lo tanto lo cambiaba constantemente.  En verdad el niño ya había recorrido gran parte de las escuelas privadas del area.

 

Queriendo saber un poco más le pregunté qué de malo tenían estas otras escuelas. El niño respondió que su madre alega que la metodología es incorrecta, los estándares son muy bajos, los estudiantes son de baja calidad, los profesores de inglés no saben enseñar inglés… la lista era larga.  Intrigada, le pregunté ¿tu madre habla inglés? la respuesta sorprendente fue “no”.

 

PAUSA. Si tú no hablas inglés, ¿cómo sabes que el maestro de inglés no sabe enseñar inglés? Si te basas en los resultados que ves en tu hijo, puede ser que tu hijo tiene dificultades para aprender el idioma.  Todos conocemos a personas que han vivido en Estados Unidos por décadas y aun así no hablan correctamente el inglés.

 

Pensé que seguramente esta madre preocupada era educadora de experiencia porque hablaba de metodología. Le pregunté, ¿a qué se dedica tu mamá? ¿es maestra? La respuesta sorprendente fue “no, ella es secretaria”.

 

OTRA PAUSA. Si nunca has estado en un salón de clases parada frente a 30 niños durante 7 horas, me parece un poco arrogante de tu parte que critiques la metodología del que se dedica a la educación tiempo completo.

 

Mira, acepto que hay maestros buenos y maestros malos. eso es así en todas las profesiones. Pero pocas personas se atreverían a decirle a su médico “no me gusta tu metodología. Me parece que deberías examinarme de esta manera y recetarme este otro remedio.” Entonces ¿por qué cuando de educación trata, todo el mundo se convierte en experto?

 

El niño había sido cambiado de tantas escuelas que ya era un estilo de vida: no tenía amigos, no sabía cómo relacionarse con las personas de su edad y sentía que todos estaban en su contra.  Su última queja era que un profesor lo miraba mal y que los compañeritos le tenían envidia porque él es más inteligente que ellos. Nuevamente, mamá lo reubicaría porque la “metodología” no era satisfactoria.

 

Hay que deternerse y pensar antes de tomar decisiones importantes como lo es la educación de nuestros hijos. La escuela perfecta NO EXISTE. Al menos que decidas enseñar a tu hijo en casa de seguro encontrarás cosas en su escuela con las que no estás de acuerdo.  Antes de brincar y cambiarlo, piensa, pues es muy probable que encontrarás lo mismo o peor en otro lugar.  Imagina el ejemplo que le estás dando a tu hijo cuando por cada cosita reaccionas, criticas, maldices y te quejas con la excusa gastada de “estoy pagando”.  ¿Será que haces eso con tu trabajo? ¿Te cambias de trabajo cada año porque no te gusta la metodología de tu jefe?

 

¿Quieres una escuela mejor? Entonces trabaja donde estás y mejórala. Si no se puede remediar, haz el cambio, pero no sin antes revisar exhaustivamente tu corazón para determinar si no serás tú el problema. ¿Qué necesidad estás tratando de satisfacer?

 

Cambiar constantemente de escuela les hace mucho daño a los niños. Ellos necesitan estabilidad para poder crecer y madurar. Necesitan a sus amigos de siempre.

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