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Mis amigos cercanos saben que muy pocas veces tomo medicamentos; tengo ideas bien particulares acerca de toda la industria farmacéutica.  No las compartíré aquí porque no viene al caso.  El asunto es que hoy mientras esperaba en la fila del banco escuché una conversación bastante perturbadora que tenía que ver precisamente con medicinas.

 

Resulta que se encontraron dos viejos amigos robustos, digamos que en sus cincuentas.  Después del tradicional saludo, la mujer le comenta al hombre que ahora en lugar de tomar 8 pastillas al día sólo está tomando 3. Con orgullo desubicado el hombre le contesta lo siguiente:

Uf, tres no es nada yo tomo dos en la mañana para el dolor, después dos para la presión, dos para el colesterol, dos para la diabetes y en la noche dos más para dormir.

 

Te digo la verdad, yo nunca compartiría eso en público. ¿Qué gloria puede haber en vivir así? Pero las demás personas en el banco le sonreían como si fuera el Mesías y acababa de revelar el secreto de la eterna juventud.

 

¡Qué lástima que el ser humano prefiera tomarse una pastilla antes de lidiar con el verdadero motivo de su malestar! !Qué lástima que nadie le ha dicho que no tiene que vivir así!

 

Empezaré a andar en la calle con audífonos.

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