Contradicciones

Ayer mientras me dirigía al trabajo, me encontré con un tranque vehicular inesperado. Miré mi reloj, pues sabía que a esa hora nunca había tráfico detenido en ese lugar. Estaba lloviendo, así que supuse que se trataba de algún accidente.

Después de varios segundos noté que el tráfico no avanzaba en ninguna dirección; los cuatro paños estaban parados. Luego noté que a unos 50 metros habían unos adultos parados en medio de la vía. Unos segundos más tarde vi una fila larga de niños uniformados cruzando la calle. Algunos iban corriendo o trotando, mientras que otros caminaban. Supongo que eran niños de una escuela pública cercana y supongo que se trataba de varios grados porque les tomó varios minutos cruzarlos a todos. No era una evacuación ni nada por el estilo. Me parece que se dirigían a algún lugar cercano, seguramente a manera de paseo académico.

50 metros hacia la izquierda del lugar donde cruzaban los niños había un puente elevado, casi frente a la escuela. Otros 50 metros hacia la derecha del mismo lugar estaba otro puente elevado. Es decir, nada les costaba dirigir a los niños hacia cualquiera de los dos puentes y permitirles cruzar seguros y fuera de la lluvia.

Obstruyeron el tráfico durante casi diez minutos innecesariamente, permitieron a los niños mojarse (aunque creo que a los niños les encantó esa parte), les enseñaron a los niños que no tiene nada de malo correr por el medio de la calle y les inculcaron que los puentes elevados sólo están para decorar con anuncios publicitarios o para el uso exclusivo de perros y gatos.

¡Qué contradicción! A muchos adultos les encanta quejarse de cómo los niños de hoy en día no obedecen, hacen lo que les da la gana, no tienen respeto por la autoridad… la lista de quejas es larga. No se han percatado que los niños de hoy en día son producto de la crianza que reciben de los adultos de hoy en día.


zilverbat. / Foter.com / CC BY-NC
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