Cuando la escasez es costumbre

Llevo algunos años estudiando y hablando del impacto que tiene la mentalidad en las decisiones que tomas a diario. La mentalidad es el conjunto de creencias que determinan cómo defines/entiendes la vida; esto afecta tu estilo de vida, tus actitudes, lo que sientes, piensas, haces y esperas.  También determina tu éxito porque influye en las metas que te propones y si las logras o no.

La escasez económica con frecuencia depende de la mentalidad. Nadie quiere ser pobre, pero se siente bien juzgar y condenar a los que tienen demasiado. A la vez decir que uno es ‘humilde’ porque uno solamente tiene lo básico que necesita para vivir, da cierta sensación de superioridad. Decimos que es immoral que algunas personas se den ciertos lujos, pero cuando suceden tragedias y desastres naturales esperamos que esas mismas personas que criticamos por tener demasiado den dinero y recursos para rescatar a las víctimas.

Dirás que exagero, que no todos los de bajos recursos tienen esa mentalidad. Sin embargo, el hecho de no contar con los recursos para vivir cómodamente en un país donde existen oportunidades, casi siempre es consecuencia de la mentalidad de escasez.

¿Cómo opera la mentalidad de escasez? Te doy ejemplos:

Hace unos días entré a cierto supermercado y me dirigí a los cajeros. Habían 3 de bancos diferentes. Un porcentaje alto de la población panameña tiene la tarjeta de débito del Banco General. Ese cajero tenía una fila. Los otros dos cajeros estaban desocupados. Yo también tengo la tarjeta del Banco General, pero lo que no tengo es tiempo que perder innecesariamente. El costo para sacar dinero de otros cajeros es solamente $1.61 (con impuesto). La persona promedio gasta más que eso en café y goma de  mascar. La señora que estaba en el cajero del Banco General anunció que parece que el cajero no tenía dinero. Varios se quejaron audiblemente y salieron del supermercado.  La fila desapareció. Una pareja entró al supermercado en ese momento. La señora fue a buscar una carretilla y el señor fue al cajero.  A los segundos le dijo que dejara la carretilla porque el cajero no tenía dinero.  Me volteé y le dije a la señora: usen el cajero de Multibank, solamente es $1.61 por la transacción. Ambos me miraron como la desquiciada y se fueron. En esa plaza no hay otros cajeros del Banco General y tampoco hay otro supermercado.

Parece lo más lógico ahorrarse $1.61, pero el tiempo que pierdes en la fila, la gasolina o pasaje que pierdes buscando otro cajero, la incomodidad… tienen un costo.

Con frecuencia me toca conversar con hombres o mujeres que sufren por un desamor. A veces utilizan frases como “nunca volveré a sonreír”  o “no puedo vivir sin él/ella”.  Claro que duele en este momento, pero no es el fin del mundo. Hay que sentir el dolor sin dejar de vivir. El planeta tiene literalmente millones de personas; creer que solamente ESA personas tiene la llave de tu felicidad es irrisorio. Es escasez.

Para generar mejores ingresos no hay que trabajar más horas, ni estudiar por un nuevo título, ni conocer gente en el gobierno, ni ser deshonesto. Para encontrar la pareja no hay que hacerse cirugías, ni pintarse el cabello, ni hacer dieta. Si eso es lo que quieres hacer, tienes derecho. Pero lo que realmente funciona es empezar a abrir la mente y observar cuáles son las creencias que impulsan las decisiones que tomas. Dice un filósofo moderno que el problema no es que haya falta de dinero; lo que hay es una falta de ideas. Lo extiendo: no hay falta de buenos hombres o mujeres; lo que hay es falta de sentido común y autenticidad.

 

 

 

 

 

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