¿Cuánto vale tu palabra?

Últimamente se ha hecho más difícil creerle a las personas. Parece que a medida que va avanzando la sociedad, va disminuyendo el valor de las palabras. Y no me refiero a los políticos. Todo ciudadano pensante sabe que la mayoría de ellos suele mentir a menudo.

Pero muchas personas comunes y corrientes se llenan la boca diciendo que son honestos y que nunca mienten pero no se han percatado que el simple hecho de decir que llegarás a una hora y luego no aparecerte, es mentir. o decir que estarás en un lugar en cierta fecha y no llegar, es mentir. Claro, siempre suceden imprevistos, pero para eso existen los celulares; para que llames y avises.

Lo veo a menudo en mi consultorio. Las personas llaman para concertar una cita, luego simplemente no se aparecen o llegan tarde. No se les olvidó porque se les llama para recordarles la cita. A veces cuando va llegando la hora y noto que no han llegado llamo para averiguar si desean re-programar. Algunos no contestan el celular, otros dicen que vienen en camino y proceden a aparecerse treinta minutos después de la hora pactada. Sus palabras no valen.

Recientemente atendí a un señor quien programó una segunda cita. Cuando lo llamé para recordarle, me dijo que por razones de trabajo tenía que cambiar la fecha. Acordamos una fecha nueva y el día anterior lo llamé para recordarle. Me dijo que mejor se atendía ese mismo día y que llegaría en una hora. Nunca llegó ni llamó para cancelar. Su palabra no vale.

Una señora llama periódicamente al consultorio para programar citas. Ya ni la anoto, pues nunca llega. A veces llamo para preguntar qué sucedió y me dice que se enredó. Pero no llama para cancelar. Su palabra no vale.

Lo triste es que esta actitud tiene consecuencias peligrosas pero sutiles en las vidas de las personas. Pero no lo ven. Son pocos los que se atreven a mirarse al espejo y aceptar que necesitan hacer cambios internos. Supongo que está más a la moda echarle la culpa al gobierno.

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