No hay apuro

Hoy un colega publicó: La pareja que atraes es un reflejo de tu infancia. Me encantó. Llevo varios años diciendo que nosotros creemos que sentimos atracción por alguien porque se ve bien o por la manera en que nos trata. Pero la realidad es que escoger pareja es un acto subconsciente que tiene más que ver con lo que nos fue familiar en la niñez. Es decir que escogemos pareja basándonos en nuestras carencias emocionales y nuestros traumas no resueltos.

Por eso es que escuchamos y cantamos canciones que dicen cosas como “te haré feliz” o “ya no me haces feliz” y no cuestionamos a qué se debe que meros humanos se crean con la potestad de hacer esa promesa o ese reclamo. Bien sabemos que la felicidad es una decisión que uno toma, y no es necesaria una espera interminable hasta que se cumplan ciertas condiciones.

En los tiempos de antes era aceptable que las personas se casaran en la adolescencia, porque el matrimonio no era un evento romántico como hoy día. Históricamente el matrimonio era manejado como un tratado, contrato o acuerdo comercial.  Todavía existen culturas que practican los matrimonios concertados o arreglados. Querer a la persona o sentir atracción por él o ella no es tomado en cuenta.

Sin embargo, ahora que en nuestra sociedad existe la libertad para escoger con quién casarse y que usamos la consigna “yo lo/a amo” para justificar lo injustificable, las estadísticas de divorcio nos indican que algo anda terriblemente mal. Podrán decir que es culpa de las redes, la inmadurez, la falta de valores y muchas cosas más y tienen razón. Pero eso no esconde la realidad: si no sanamos, escogeremos una pareja que nos mantendrá estancados reviviendo eso que no hemos sanado.

Vivimos en una sociedad obsesionada con la juventud y hasta cierto punto engañándolos para que arruinen sus vidas. Los/las jóvenes promedio hoy día desperdician tiempo con la cabeza agachada mirando tonterías en el celular, les cuesta redactar un párrafo con coherencia, hablan con palabras inventadas y expresiones infantiles, les cuesta tomar decisiones, viven ofendidos por todo, pelean batallas sin sentido y no valoran la sabiduría que sólo viene con el paso del tiempo.  Nosotros los adultos creamos este mundo para ellos.  Y para empeorar las cosas les vendimos la idea que hay que casarse jóvenes.  La ventaja principal de esto es que salen espectaculares las fotos de boda. La desventaja es que muchos no han sanado porque aun no tienen la madurez para entender que tienen un problema. Por ende escogen mal, construyen uniones frágiles y tienen hijos/hijas a los que no están capacitados para criar. ¿Por qué? Porque uno no puede dar lo que no tiene.

No hay apuro. La persona con la que decidas casarte influirá sobre la salud mental, física y financiera tuya y de tus hijos.  Usa tus 20s para sanar para que desde tus 30s en adelante puedas construir una vida con sentido y sin tanto remordimiento.

 

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