Recientemente sucedió un incidente que me hizo recordar mis días de profesora de química. En ese recuerdo un papá me gritó durante una reunión porque su hijo había fracasado una prueba. Lo que sucedió recientemente fue que una madre envió un mensaje de texto bastante grosero con amenazas por una situación que le había sucedido a su hija. En ambos casos se trataba de estudiantes en su último año de secundaria que no tuvieron la madurez para buscar, en el plantel, a los adultos a cargo y pedir ayuda.
Por alguna razón que no tengo clara, tradicionalmente ha habido rivalidad entre padres/madres de familia y docentes. En lugar de trabajar como un equipo por el bien de los estudiantes lo que vemos es padres y madres abiertamente criticando, cuestionando y juzgando a los docentes de sus hijos. Pareciera que lo único importante es la nota y muchos están dispuestos a hacer lo que sea con tal de que sus hij@s obtengan cierta calificación.
De hecho, hace poco una madre me vino a preguntar por la metodología de cierto profesor porque su hija había sacado una calificación baja y ambas habían estudiado por horas. Le pregunté qué hacía ella estudiando con su hija de premedia. Su respuesta fue que la hija está becada y no puede traer fracasos. Entendí su punto, pero ¿qué está aprendiendo esa niña si a esa edad cree que no puede estudiar sola?
Antes de ir a a universidad, asegúrate que tu hijo o hija sepa:
- Manejar un vehículo. Lo sé, no todos van a correr a comprarles carros, pero saber manejar es importante porque uno nunca sabe.
- Prepararse su propia comida. Aunque mamá y papá quieran seguir haciendo el rol de chef, nunca está de más que un joven sepa cocinar.
- Llevar su propia agenda. Antes de salir de la secundaria cada estudiante debe saber programar sus ratos de estudio y sus momentos de entretenimiento. Mamá y papá no tienen que estarles recordando que ya toca dejar de jugar.
- Investigar. Google nos ha facilitado la vida, pero parece mentira cuántos estudiantes saben usar el celular para hacer de todo menos encontrar la información que necesitan para la tarea. Eso no tiene sentido.
- Explicar bien lo que necesita. Una señal importante de madurez emocional es no frustrarse cuando no consigues lo que nunca pediste.
- Defenderse con palabras y sin amenazas. Cuando tu hij@ tenga algún roce con un docente, debe saber utilizar sus palabras para defenderse coherentemente y respetuosamente.
- Pedir ayuda. En todo colegio hay adultos que pueden ayudar, pero estos adultos no saben leer las mentes. En lugar de ir corriendo a casa a quejarse, todo estudiante necesita saber a quién dirigirse para encontrar soluciones.
- Tomar decisiones inteligentes. A veces los adultos estamos igual de preocupados con las apariencias que los adolescentes. Esta necesidad de complacer o impresionar a la sociedad nos hace tomar decisiones bastante tontas. La autoestima consiste en desarrollar la capacidad para tomar buenas decisiones.
- Responsabilidad. Llegar tarde, faltar, malgastar el dinero, incumplir con el grupo, no tomar las asignaciones en serio, pedir trato especial… son actos de irresponsabilidad que se han normalizado. Cambia eso.
- Perseguir sus propios sueños. Esta idea anticuada que solamente ciertas carreras dan plata y hay que estudiar eso aunque no les interese en lo mínimo ha causado mucho sufrimiento emocional. Como mamá o papá no te toca decidir por ellos; te toca orientar, guiar, aconsejar y apoyar.
- Tener criterio propio. Esa obsesión con hacer, vestir, comer, actuar, vivir o pensar como todos los demás no es siempre buena.
Podría seguir, pero creo que con estas 11 basta. Si queremos profesionales maduros, comprometidos y exitosos necesitamos preparar a nuestros jóvenes para desenvolverse eficientemente en el mundo real.
